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martes, 19 de febrero de 2013

La Modelo de las minorías olvidadas, espejo de la sociedad colombiana

Cuando Francisco Santos, a cuyo cargo, en calidad vicepresidente tenía la tarea de garantizar y promover los derechos humanos declaró que, Yair Klein “debería podrirse en una cárcel colombiana y pagar por el daño que hizo”, sabía lo que decía. Klein o cualquier otra persona que llegue a La Modelo consigue que el temerario juicio y malsano deseo sea realidad. El Estado colombiano no solo priva de la libertad al infractor de la ley durante su permanencia en esta cárcel, sino que le asegura torturas, indignidad y hasta la muerte. La única garantía para las personas en este lugar es el silencio de la sociedad y la impunidad.

¿Qué fue lo más terrible que vio durante la inspección a la cárcel La Modelo? Con esta pregunta inicié mi entrevista con la jueza Gloria Guzmán. Sin tomarse un segundo para pensar, de manera inmediata, me responde: “esto”, mostrándome una fotografía impresa y en color pegada en el corto expediente. Observé la imagen pero no veía "donde estaba" lo terrible o inusual en la misma. Ante mi cara de desconcierto, ella me insiste para que volviera a mirar la imagen, pero esta vez, señalándome un punto específico y me dice: ¿No ve a esta persona?


Ahí estaba. Como un animal indefenso, escondido, abandonado. Estaba encajonado en la hendija calada y repugnante de su cobijo de piso, embutido y refundido entre colchonetas enrrolladas y amontonadas en ese hueco. Quizás sea una estadística porque persona no era. Ese ser humano había dejado de vivir agazapado en la oscuridad. Como en el medioevo.

Hay historias, situaciones que se repiten una y otra y otra vez en Colombia, pero lo que ocurre en la cárcel La Modelo es una de esas que rompen el alma. Una historia de las que, a la final del escándalo, los titulares y las promesa, no pasa nada. No cambia nada.

En 1998 los ciudadanos en situación de internos, Manuel José Duque Arcila y Jhon Jairo Hernández, acudieron al mecanismo constitucional para proteger sus derechos humanos, económicos y sociales e interpusieron una acción de tutela. Quince años después, en enero de 2013, era Santiago Villa Arboleda el que interponía una nueva tutela. Los tres, por las mismas razones: el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario INPEC y directores de las cárceles, es decir el Estado colombiano, les vulneraba sus derechos humanos al recibir, en condición de detenidos, "un trato cruel, inhumano, degradante e indigno".

La minorías olvidadas

Pero ya en 1998 los magistrados de la Corte Constitucional Carlos Gaviria Díaz, José Gregorio Hernández y Eduardo Cifuentes Muñoz sentenciaron que el Estado debería cambiar en las cárceles colombianas esta situación al invocar, por primera vez, el estado de cosas inconstitucional. (Sentencia T-153/98) Una Sentencia con la que buscaban poner fin a la situación de violación flagrante de los derechos fundamentales de quienes llamaron las "minorías olvidadas", multitud de seres humanos en las cárceles.

Sin embargo, una vez más, quince años después, la Juez 56 penal del circuito de Bogotá (OIT), Gloria Guzmán Duque, debe hacer lo mismo.

En otra de esas decisiones sin precedentes, el 30 de enero pasado, la juez amparó los derechos humanos de estas mismas "minorías olvidadas", pero que hoy son tres veces más en su número hacinadas en La Modelo, invocando para eso, el estado de cosas inconstitucional dado que “miles de personas se encuentran en igual situación y si todas acudieran a la tutela podrían congestionar de manera innecesaria la administración de justicia”.

No hay equivoco. Al unísono los magistrados y la jueza constitucionales encuentran la misma “transgresión  repetida, constante  y sistemática a los derechos fundamentales de la población carcelaria, atribuible a las autoridades encargadas de garantizar sus derechos”. Y, sin el menor sonrojo, el Estado continúa sin garantizar un solo de los derechos consagrados en la convención americana de los derechos humanos y el pacto internacional de derechos civiles y políticos para esta población.

Perder la condición de ser humano

Santiago Villa Arboleda llevaba tres meses en La Modelo detenido en calidad de sindicado, sin que le hayan proporcionado ningún elemento básico requerido para su higiene y aseo  personal. Tampoco, una colchoneta, una cobija y una sábana para dormir, elementos que obtuvo solamente, pocos días después de instaurar la tutela, y de que la juez Guzmán Duque iniciara la diligencia y practicara pruebas de la misma. 

Son contundentes e inobjetables los testimonios de los internos y de los funcionarios de la cárcel. Todos, recogidos en más de 150 fotografías y un sombrío vídeo que forma parte del expediente de 39 páginas e inspección judicial, adelantada a las instalaciones de La Modelo el 22 de enero por la juez Guzmán con funcionarios del Instituto Nacional de Medicina Legal y del Cuerpo Técnico de Investigación CTI (Fiscalía General de la Nación).

Mísero, sórdido, nauseabundo lugar al que llegan sindicados y condenados no para vivir el castigo de perder la libertad, sino para vivir el sufrimiento y dolor de perder su condición de seres humanos. 

Un modelo de indignidad

La Modelo es un depósito a donde el Estado amontona a la gente como bultos, como animales en experimento, para que traten de sobrevivir en un hacinamiento crítico, desbordante, indecible. Sin educación, sin trabajo, sin recreación.

En instalaciones derruidas, huecos en los techos y pisos, baños rebosados de materia fecal, sin inodoros, en medio de la basura y la inmundicia, en habitaciones sin ventilación, con alto riesgo de electrocuciones e incendios por instalaciones eléctricas artesanales, paralizados en estrechos corredores, atornillados durante horas, días, semanas en el mismo punto, sin agua potable, lavando sus “fiambreras” (platos) en orinales y desagües, con hambre, consumiendo alimentos de mala calidad, confinados al hedor pestilente de duchas e inodoros rebasados y obstruidos…

"Espacios de 2x2 metros están ocupados hasta por cinco seres humanos, privilegiados ellos, en comparación con los que duermen en "carretera", es decir, tirados como animales en los pasillos, señala la juez Guzmán". "(...) Es frío, porque es en el suelo, el olor porque estoy al lado del baño, mucha humedad, hay chinches que nos pican, cucarachas, piojos, mucho frío, nos tocas dormir uno encima del otro" (...) "Me tocó en el pasillo, en el suelo, sin nada, todavía estoy así, esperando la colchoneta, actualmente hay epidemia de paperas, varicela, tuberculosos. Los domingos es más difícil todavía, mucha gente y hasta mujeres embarazadas", dicen algunos testimonios citados por la juez en su decisión.

“¿Puede una cárcel, construida en 1957 para albergar a 2.850 personas, cumplir con sus funciones si hoy tiene un sobre cupo del 279,5 %? La respuesta clara, precisa y concreta es: ¡NO!”, me dice la juez. Por eso declaró, UNA VEZ MÁS, el estado de cosas inconstitucional y ordenó el 30 de enero pasado no permitir que ingrese a La Modelo una sola persona más, sindicada o condenada en los siguientes 3 meses. En La Modelo –que de modelo no tiene nada-, ordenó la juez, no podía entrar nadie más hasta que se traslade a todas las personas condenadas a penitenciarias para ese propósito, el Estado destine recursos para adecuar instalaciones, celdas, baños, se atienda de manera inmediata a los enfermos, de manera especial, su salud mental, y se les practiquen las cirugías pendientes, entre los no pocos asuntos urgentes ordenados.


Ni juntos ni revueltos dice la Ley

Aunque La Modelo fue creada en 1957 para albergar, en condición de sindicados, a 2.850 personas, en 1998 tenía a 4.500 y para el 30 de enero de 2013 albergaba 7.230 personas entre condenadas y sindicadas.

La Ley 65 de 1993 (Art.21 y 22) establece que las cárceles - como La Modelo- deben retener únicamente a personas sindicadas, y que las penitenciarías están destinadas, únicamente, para personas a las que ya se les ha impuesto una pena en la sentencia de condena. Eso dice la ley que parece no entenderse en el sistema carcelario ni en la política criminal colombiana.    

En esta cárcel conviven sindicados y condenados, pero solo a algunos, los que están sindicados o condenados por paramilitarismo, se les respetan sus derechos humanos en este lugar. 

Ellos tienen espacio, sabanas limpias, inodoros y agua potable (y más), es decir las “comodidades” a las que por Constitución y Ley tienen derecho todas las personas en una cárcel de Colombia, sindicadas o condenadas por infracciones de todo tipo. Es decir, un mínimo vital con dignidad.

“Pagó 22 meses y aprendió lo que  le faltaba: a respetar a los caciques, llamados también 'plumas'. O, dicho en otras palabras, entendió que solo haciendo parte de una de las cadenas de poder que hay en los patios se puede sobrevivir  en  las cárceles. Es lo que Giovanni llama "hacerse la vida". Eran los días en que los paramilitares mandaban en las cárceles, apenas hace dos años. Mandaban, es decir, "eran el orden". Los guardias no aparecían. Los paracos no se juntaban con nadie. En el patio permanecían en el sol  y no dejaban que un recluso cualquiera se les arrimara”, se consigna en la decisión de la juez Guzmán que además cita apartes del libro e investigación “Modelando en el Infierno” del sociólogo y escritor Alfredo Molano.

Cinismo cantinflesco

La indolencia, la desidia y el cinismo parece haber apoderado hace mucho tiempo del sistema carcelario en Colombia. Una situación que raya entre los cantinflesco y kafkiano a juzgar por las declaraciones del subdirector y del director de La Modelo y del INPEC.

En su declaración a la juez Guzmán dice el subdirector de la cárcel, Edgar Román Herrera Fetecua, que “La Modelo es una cárcel para sindicados con capacidad para 2.850 internos. No obstante, hay 7.230 reclusos alrededor de 3.000 de ellos, condenados”. Solo en el patio cinco la población es igual a la del total de la población en el Barne (…). El ingreso diario alcanza un promedio de 25 personas (aunque el director del INPEC afirma en entrevista a la periodista Diana Calderón en Hora 20** que reciben entre 30 y 35 internos diarios 900 mes) a quienes “no es posible asignarle lo necesario el primer día, por ejemplo, los 25 de hoy no se les puede asignar nada…” y asegura que adicionalmente tienen  que  recibir  personas detenidas provenientes de otras cárceles del país, que deben cumplir citaciones judiciales en Bogotá”.


Lo cierto es que el INPEC, al parecer, nunca ha sabido con certeza cuantas personas están alojadas en esta cárcel. Por ejemplo, en 2001, señalaba que La Modelo tenía una capacidad para albergar a 3.016 personas y una tasa de hacinamiento equivalente al 59%, la Misión de la ONU comprobó que en septiembre de ese año habían 4.763 personas privadas de la libertad y un índice de hacinamiento del 250%.

Diez años después y con un hacinamiento acumulado del 250% el director del INPEC, General Gustavo Ricaurte, consideró que eso no era cierto, que en La Modelo no había hacinamiento alguno“En términos académicos nosotros podemos decir que en Colombia no existe hacinamiento realmente. Lo que tenemos es una superpoblación. Se podría hablar de hacinamiento en caso que las cárceles llegaran a doblar su capacidad instalada”. (¡?) 

Y lo que piensa el director de La Modelo, coronel Carlos Alberto Murillo Martínez,  no es menos delirante. El considera que “el hacinamiento, de  todos  conocido, obedece a la política criminal y penitenciaria radicada en las altas esferas que componen las tres ramas del poder público de nuestro Estado”. (!?) Lo más grave es que eso puede llegar a ser verdad.


14 años y vamos por más de importoculismo institucional

El uso de la figura del estado de cosas inconstitucional tiene como fin “buscar remedio a situaciones de vulneración de los derechos fundamentales que tengan un carácter general - en tanto que afectan a multitud de personas -, y cuyas causas sean de naturaleza estructural - es decir que, por lo regular, no se originan de manera exclusiva en la autoridad demandada y, por lo tanto, su solución exige la acción mancomunada de distintas entidades”.

En estas condiciones, la Corte consideró en 1998 que, “dado que miles de personas se encuentran en igual situación y que si todas acudieran a la tutela podrían congestionar de manera innecesaria la administración de justicia, lo más indicado es dictar órdenes a las instituciones oficiales competentes con el fin de que pongan en acción sus facultades para eliminar ese estado de cosas inconstitucional”.

Y eso fue lo que se hizo en 1998. En la sentencia del 28 de abril, la Corte Constitucional ORDENÓ a los presidentes del Senado de la República y de la Cámara de Representantes; a los presidentes de la Sala Penal de la Corte Suprema Justicia y de las Salas Administrativa y Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura; al Fiscal General de la Nación; a los gobernadores y los alcaldes; a los presidentes de las Asambleas Departamentales y de los Concejos Distritales y Municipales; y a los personeros municipales solucionar el estado de estado de cosas absolutamente inconstitucionales, aberrantes, indignas, inhumanas en las cárceles colombianas.

Y eso fue lo que se repitió en 2013. La jueza Gloria Guzmán ORDENÓ al director del Establecimiento Carcelario de Bogotá “La Modelo”, al director del INPEC y/o a la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios, a la  Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía General de la Nación, a la Secretaría Distrital de Salud y a los entes de control solucionar el estado de cosas absolutamente inconstitucionales para que la población de La Modelo sea alojada en condiciones dignas, respetados y garantizados sus derechos a la a salud, a la educación, a la intimidad, a la resocialización, en últimas, cumplir con unos requisitos mínimos para ofrecer una vida digna.  

Espejo de la sociedad

Las revelaciones y quejas acumuladas desde los años 90 a hoy sobre las condiciones de vida en las cárceles colombianas hechas por el Observatorio Internacional de Prisiones con sede en Ginebra, organismos internacionales, nacionales, Defensoría del Pueblo, Procuraduría, organismos de derechos humanos, como tampoco los recientes diagnósticos del Centro de Estudios de Derecho, de Justicia y Sociedad “DeJuSticia” y la Universidad de los Andes, y mucho menos las denuncias de los familiares de detenidos o condenados, abogados, defensores, jueces, magistrados y algunos medios de comunicación, han servido de nada para que la sociedad y las instituciones reaccionen.

Durante muchos años, -dijo en 1998 la Corte Constitucional-, “la sociedad y el Estado se han cruzado de brazos frente a esta situación, observando con indiferencia la tragedia diaria de las cárceles, a pesar de que ella representaba día a día la transgresión de la Constitución y de las leyes. Las circunstancias en las que transcurre la vida en las cárceles exigen una pronta solución”.

Pasaron 14 años y el estado de cosas inconstitucional esta más vigente que nunca y aún peor.

¡Fosas comunes!

Si hay algo más aterrador de todo lo espantoso de esta situación es que, además, se insinúe o se compruebe la posibilidad de que existan fosas comunes en La Modelo. 

Según denuncias hechas por internos de La Modelo durante la inspección del caso que adelanto la jueza Guzman, y que incluyen en el expediente, "reclusos integrantes de grupos armados ilegales asesinan y  torturan personas dentro de la cárcel en donde se hallarían enterrados, en fosas comunes, sus restos", investigación que, según lo ordenado por la juez, tuvo que haber realizado ya para esta fecha la Fiscalía General de la Nación.

Seguramente pasarán otros 14 años, o quizás ojalá no ocurra ninguna desgracia como un incendio, un amotinamiento, una protesta... que pueble de cadáveres y de un horror aún más dantesco, para que, de una buena vez, nos miremos en los ojos de los infractores de la Ley, sean estos criminales, corruptos, delincuentes... y pensemos que lo peor que podría pasarnos es estar una sola hora en La Modelo. Situación que parece no importarle absolutamente a nadie.



Todo desborda los límites soportables, morales, humanos. Es imposible no conmoverse, sentir indignación, repulsión, pena. Espejo en lo que se ha convertido la sociedad colombiana: corrupta, inmoral y cínica.

Seguramente, en un año veremos que todo sigue igual. Pasará el tiempo de tres meses determinado por la juez, seguirá aumentando la población en esta cárcel y los titulares de prensa se repetirán. 



* Realicé la entrevista con la jueza Gloria Guzmán Duque en su despacho el 11 de febrero de 2012. 
**La periodista Diana Calderón directora de Caracol Radio y del programa Hora20 realizó una amplia entrevista radial el 7 de febrero con el General Gustavo Ricaurte director del Inpec, que esta colgada en el sitio web de la cadena, junto con el debate desarrollado en el programa Hora20 que recomiendo conocer de manera completa. Pinche sobre la palabra LINK si desea hacerlo. LAS FOTOS de este post fueron proporcionadas por el Juzgado 56 Penal del Circuito de Bogotá (O.I.T.) y forman parte del expediente del caso. Se autoriza su uso citando la fuente antes señalada.

sábado, 9 de febrero de 2013

La conquista de cada pedacito de nuestra independencia exige una batalla: Kapuscinski

Tenía un fin: que las cosas verdaderamente importantes las conociera todo el mundo. Su objetivo nunca fue ganar dinero, por eso nunca consideró que el periodismo era un trabajo sino una misión. Vivió con austeridad y humildad. Arriesgo su vida muchas veces para vivir el latido de ser periodista. 

En el siguiente texto recojo, de manera libre, algunas de las reflexiones más explicitas de Ryszard Kapuscinsky sobre el periodismo. Mejor: sobre el buen periodismo. Una de las más importantes lecciones de quien siempre será mí más elevado referente profesional y humano. Las reescribo y comparto hoy 9 de febrero, día en que se celebra el día del periodista en Colombia. 


Pregunta del público: (...) Quisiera saber, primero en su experiencia como persona y luego como periodista, cuál ha sido su relación con el poder, en especial con los regímenes de la Europa del Este, y cuál debería ser hoy la relación del periodista con el poder. 

RK. Es una pregunta verdaderamente compleja. Tengo una larga trayectoria periodística que explicar y sería necesario todo un libro para responder cumplidamente. No hay una única regla. Lo ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está muy lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones para que escriba lo que su jefe quiere que escriba. Nuestra profesión es una lucha constante entre nuestro propio sueño, nuestra voluntad de ser completamente independientes y las situaciones reales en que nos encontramos, que nos obligan a ser, en cambio, dependientes de los intereses, puntos de vista, expectativas de nuestros editores. 

Hay países en los que existe la censura, y entonces es necesario luchar para evitarla y para escribir, en lo posible, todo lo que uno pretende escribir, a pesar de todo. Hay países en los que existe libertad de expresión, en los que no se da una censura oficial, pero la libertad del periodista está limitada por los intereses de la cabecera para la que trabaja. 

En muchos casos el periodista, especialmente si es joven, debe afrontar muchos compromisos y  usar diversas tácticas para evitar el choque directo y así ir tirando.
Pero no siempre es posible, y éste es el motivo por el que se dan tantos casos de persecución. 

Son tácticas de persuasión indudablemente muy distintas de las acciones violentas de las que hablamos antes: asumen la forma del despido, de la marginación efectiva de la vida laboral, de la amenaza de naturaleza económica. En general, se trata de una profesión que requiere una lucha continua y un estado de alerta constante (…) Es difícil decir si en un determinado país la situación es mejor o peor que en otro. Las cosas fluctúan, cambian en pocos años. En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia exige una batalla. 

Cada uno de nosotros, después de cierto número de años de trabajo y de viajes, tiene en su currículum al menos algún caso personal de persecución, de expulsión de algún país, de detención, de tensiones con la policía o las autoridades, que tal vez se niegan a conceder un visado, que utilizan centenares de recursos para ponernos las cosas difíciles. 

Pregunta del público: Al principio de nuestro encuentro, ha dicho usted que no hay que cansarse nunca de estudiar el mundo, porque éste cambia constantemente a nuestro alrededor. Debemos, en consecuencia, intentar anticiparnos a los acontecimientos, prever el futuro. Eso me ha recordado una frase del historiador Hobsbawm, en su libro Entrevista sobre el nuevo siglo. Pero ¿cuál es la relación entre crónica e historia, entre el periodista y el historiador? ¿No ocurre a veces que hacemos el mismo trabajo? 

Ryszard Kapuscinsky: Yo soy licenciado en historia, y ser historiador es mi trabajo. Mientras estaba completando mi currículum académico, me encontré con que tenía que elegir entre continuar mis estudios históricos para convertirme en un profesor de historia, un académico, o estudiar la historia misma en el momento de su desarrollo, lo que es el periodismo. Elegí este segundo camino.

Todo periodista es un historiador. Lo que el hace es investigar, explorar, describir la historia y su desarrollo. Tener una sabiduría y una intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista. El buen y el mal periodismo se diferencia fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico. Encontramos el relato del mero hecho, pero no conocemos ni las cusas ni los precedentes. La historia responde simplemente a la pregunta: por ¿qué?. 

En nuestra profesión, es muy importante prestarle mucha atención al lector (o telespectador) al que nos dirigimos. De un hecho concreto, nosotros conocemos muchas más cosas que él; es más, a menudo no sabe nada sobre el mismo. Debemos, por tanto, ser muy equilibrados. Tenemos que introducirlo a la comprensión del acontecimiento, diciéndole que ha sucedido antes, contándole la historia de él mismo.

Pregunta del público: Hay dramas de la historia contemporánea que han sido poco o nada tratados por los periódicos. Me refiero, por ejemplo, a las persecuciones de algunas minorías religiosas o étnicas en Irán. 

Ryszard Kapuscinsky: ¿Cómo es posible que ciertos hechos nunca hayan formado parte de la agenda de la prensa internacional? Porque la prensa internacional está manipulada. Y las razones de dicha manipulación son diversas. Hay, por ejemplo, razones ideológicas: entre las actividades humanas, los medios de comunicación son los más manipulados porque son instrumentos para determinar la opinión pública, algo que puede ocurrir de maneras diversas, dependiendo de quién los gestione.

Hay diversas técnicas de manipulación. En los periódicos se puede llevar a cabo una manipulación según lo que se escoja colocar en la primera página, según el título y el espacio que dedicamos a un acontecimiento. En la prensa hay cientos de manera de manipular las noticias. Y otros cientos existen en la radio y en la televisión. Y sin decir mentiras. El problema de la radio y de la televisión es que no es necesario mentir: podemos limitarnos a no decir la verdad. El sistema es muy sencillo: omitir el tema. 

La selección de lo que tenéis que escribir está completamente reservada a vuestra intuición, a vuestro talento y a vuestros principios éticos. Podemos mentir sin pretenderlo, sólo porque nuestra memoria es limitada o los recuerdos son erróneos, o bien a causa de nuestras emociones. 

La mayor parte de los espectadores de la televisión reciben de forma muy pasiva lo que está les ofrece. Los patronos de los grandes grupos televisivos deciden por ellos qué deben pensar. Determinan la lista de las cosas en que pensar y qué pensar sobre ellas. No podemos pretender que el telespectador medio pueda llevar a cabo estudios independientes sobre la situación del mundo, sería imposible incluso para los especialistas. 

El ciudadano medio, que trabaja, vuelve a casa cansado y quiere tan sólo estar un rato con su familia, recibe únicamente lo que le llega en esos cinco minutos de telediario. Los temas principales que dan vida a “las noticias del día” deciden qué pensar del mundo y cómo lo pensamos. 

Se trata de un arma fundamental en la construcción de la opinión pública. Si no hablamos de un acontecimiento, éste, simplemente, no existe. Para muchos, de hecho, las “noticias del día” son la única vía para conocer algo del mundo. 

El problema de los televisores y, en general, de todos los medios de comunicación, es que son tan grandes, influyentes  e importantes que han empezado a construir un mundo propio. Un mundo que tiene poco que ver con la realidad. Pero, por otro lado, estos medios no están interesados en reflejar la realidad del mundo, sino en competir entre ellos. Una cadena televisiva, o un periódico, no puede permitirse carecer de la noticia que posee su rival directo. Así, todos ellos acaban observando no la vida real, sino a la competencia. 

Nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea un cínico. Es necesario diferenciar: una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes. Eso es absolutamente necesario, de otro modo, no se podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la profesión del periodista. El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de forma seria. 

En mi vida, me he encontrado con centenares de grandes, maravillosos periodistas, de distintos países y épocas distintas. Ninguno de ellos era un cínico. Al contrario, eran personas que valoraban mucho lo que estaban haciendo, muy serias; en general, personas muy humanas  (...).  

Nuestra profesión necesita continuos reajuste, modificaciones, mejoras. Claro está, debemos atenernos a ciertas reglas generales. Ser eticamente correctos, por ejemplo, es una de las principales responsabilidades que tenemos. 

En distintas partes del mundo se trata de una profesión muy peligrosa. Quien decide hacer este trabajo y está dispuesto a dejarse la piel en ello, con riesgo y sufrimiento, no puede ser un cínico. 

Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. 

En este sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos. 

El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodismo. 


NOTA. Esta “clase” forma parte de la conversación que sostuvo Ryszard Kapucisnki con María Nadotti el 27 de noviembre de 1999 en Apulia, Italia, en el marco del “VI Congreso del Redacto Social titulado De Raza y de clase, El periodismo entre deseo de elitismo, implicación e indiferencia, y fue publicada en el año 2000 por la editorial Anagrama (sello que ha publicado en español la obra de Ricardo) bajo el título Los cínicos no sirven para este oficio. Foto tomada de la web.