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sábado, 8 de febrero de 2014

¿Puede permanecer una persona como Darío Arizmendi Posada al frente de la responsabilidad de informar?

Hollman Morris, Manu Chao, Concierto por la Esperanza 0419/12 Bogotá. Foto by Bunkerglo
Lo que pasó esta semana en el periodismo colombiano no es un escándalo menor. 

Tampoco un episodio más que podría pasar por alto. Y es que, ningún desacierto de un periodista o de un medio debería ser tomado a la ligera. Es como si no hubiese aprendido nada de nada del periodismo, de mi propia experiencia, pero sobre todo de lecciones fundamentales de maestros y relevantes periodistas colombianos y de más allá. 

Pocos años después de los "Diálogos de paz entre el gobierno Pastrana y las FARC" (1998-2002), la Corporación Medios para la Paz realizó una investigación sobre cómo había sido la cobertura informativa de estos diálogos y qué practicas podían ayudar a disminuir los riesgos y peligros de los periodistas en la cobertura del conflicto armado interno. 

La investigación, bajo la dirección de la colega Patricia Gómez Medina, entrevistó a 240 periodistas, entre directivos y reporteros de 20 ciudades, quienes respondieron a una entrevista estructurada en profundidad y realizada por pares. 

Una de las muchas conclusiones que arrojó el estudio y que traigo a colación es cómo, durante ese frustrado proceso de paz, el conflicto armado se trasladó del Caguán a las salas de redacción convirtiendo esta situación en otro factor de riesgo para la vida de los periodistas y el derecho a la información de la ciudadanía. 

Las agresiones verbales, los anónimos y los rumores y, de manera especial la estigmatización y el señalamiento de pertenecer a uno de los varios bandos armados del conflicto en el corazón del oficio, eran el pan de cada día entre los periodistas en las regiones y los que fueron designados por sus medios para vivir durante el proceso en El Caguán.

Colombia es un país cuya vida, de manera integral (política, social, cultural, económica, educativa, científica, cultural, deportiva, etc.), se ha desarrollado durante más de 50 años bajo la condición de un conflicto armado que no conseguimos terminar. 

La industria informativa privada y sus distintos medios, los medios y empresas públicas, los comunitarios y los que trabajan sobre la Web, han sido un eslabón para ese fin o no del conflicto armado.

Darío Arizmendi, director del programa 6AM - 9AM de Caracol Radio mostró, sin pudor alguno, su odio y desprecio contra el periodista Hollman Morris, gerente de medio público de Bogotá Canal Capital, en un episodio radial que me recordó la terrible historia de la emisora privada Radio Televisión Libre de las Mil Colinas y el genocidio en Ruanda en abril de 1994. 

La historia de RTLM


La única estación privada de radio del país en el África Central, (RTLM por sus siglas en francés), y en la que habitualmente se escuchaba música pop y rock fue utilizada por el gobierno hegemónico hutupara promover en 'ruandés' y francés el odio racial contra los tutsis y su exterminio en un proceso de desinformación mediante noticias y programas de humor durante un año las 24 horas del día

Si el medio se hubiese utilizado de manera contraria o por lo menos para no fomentar el odio y la guerra, quizás se hubiera impedido o neutralizado este genocidio que dejó cerca de 1 millón de personas asesinadas en cinco días.  

Seis años después en el año 2000 el periodista belga y presentador de las Mil Colinas Georges Ruggiu, fue declarado culpable por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda por incitar al genocidio y crímenes contra la humanidad, condenándolo a 12 años de prisión. Otros tres periodistas también enfrentaron cargos en el mismo Tribunal. 

No. La comparación no es exagerada. 

El no alertar, insistir y hacer que la sociedad conociera los primeros pasos que dieron origen a los criminales ejércitos paramilitares en Colombia facilitó que se cometieran muchas masacres que quizás se pudieron evitar contra la población civil indefensa. Hoy son millones los colombianos víctimas de esta deplorable historia nacional. 

No podemos pasar por alto que un solo periodista utilizando un micrófono u otro medio desinforme a la sociedad y ponga en riesgo la vida de una sola persona. 

Por esta razón le escribí y envié la siguiente pregunta al presidente del Grupo Prisa.
¿Puede permanecer una persona como Darío Arizmendi Posada, como empleado del Grupo Prisa?
Bogotá, Colombia febrero 8 de 2014
Señor


Juan Luis Cebrián

Presidente Grupo PRISA
Promotora de Informaciones, Sociedad Anónima
Madrid

Respetado Sr. y colega:

Desde hace un poco más de 8 meses el primer café de la mañana lo tomó viendo o escuchando El Primer Café. Un programa diario que emite (6-9 am) Canal Capital, la televisión pública de Bogotá que sigo, de manera frecuente, interactuando desde Twitter con los periodistas del espacio, para comentar, debatir o cuestionar todo cuanto allí va ocurriendo.

En su emisión del viernes 7 de febrero me llevé una enorme sorpresa cuando, al sintonizarlos, vi en los rostros de este equipo una notoria y nada disimulada contrariedad, mientras en la red de Twitter el hashtag #solidaridadconcanalcapital se convertía en TT en Bogotá, algo que solo comprendí minutos más tarde con asombro y bastante irritación.

Su empleado del Grupo Prisa en Colombia, Darío Arizmendi Posada, en el rol de director de noticias de Caracol Radio, dijo lo siguiente a las 5:20 am, sobre el periodista Hollman Morris, Gerente de Canal Capital: (trascripción literal 1:30 de audio):

Darío Arizmendi Posada DAP: (…) “¿Si estará de verdad amenazado Hollman Morris, o será una posición ahí para que reciba más protección?”

Periodista NN1: “Pues Darío, en la administración distrital precisamente denunciaron esas amenazas de muerte contra el periodista Hollman Morris quien es el gerente de Canal Capital. Además de varios intentos de sabotaje a la señal del Canal”.

DAP: “¿Y esa señal Ud. ha visto que ha habido sabotaje contra la señal?”.

Periodista NN1: “Pues observo diariamente el Canal Capital, obviamente la fuente de Bogotá y nunca he visto ningún tipo de sabotaje. Lo que dicen es que hay sabotaje en algunas regiones del país, y en algunos lugares aparatados del país”.

Periodista NN 2: “Hollman Morris ha sido un periodista siempre caracterizado por trabajar con ONG, siempre digamos con el bando” (interrupción de DAP).

DAP: “¿Siempre se ha sentido amenazado?”

Periodista NN 2: “Siempre ha sido una persona digamos siempre ha estado ahí frente al cañón. Ahora como es un funcionario de la administración, y con la situación que está pasando en la administración Petro, seguramente no se sabe de dónde llegan esas amenazas”.

DAP: “Mire, Fernando, ¿Usted cree que el Canal Capital tiene tanta influencia, tanto cubrimiento, tanto poder para que haya fuerzas que intenten interceptar su señal o bloquearla? ¡Por favor! No me crean tan bobo”.

Periodista NN 2: “Y también hay mucha gente que hace negocio con las amenazas o adquieren un mejor nivel de vida”.

DAP: “Como dijimos esta semana en Caracol como muchos de los amenazados realmente estas son autoamenazas, mandar hacer panfletos, esas organizaciones. ¿Usted se imagina “Los Rastrojos” o a “Los Urabeños” amenazando por razones de carácter ideológico? Esos son criminales, simplemente ellos van es detrás del billete, no están persiguiendo a ningún candidato a ninguna parte. Son autoamenazas”. 
(Escuchar audio en siguiente link: http://youtu.be/u5djyZZdNVo)  
Una persona como usted que dirigió El País (Madrid) y que hoy está al frente del conglomerado de medios Grupo Prisa, dueña de Caracol Radio Colombia, conoce, incluso mejor que yo, que los medios “suelen ser una herramienta de los grupos en el poder para defender sus intereses, legitimar sus políticas y asegurarse el apoyo de la población”.


También sabe, con mucha claridad, que difundir e incitar el odio a través de un medio de información en contra de un ciudadano desborda cualquier posibilidad de comprensión, tolerancia, respeto y sentido humano.

Lo que hizo su empleado es aún más grave, cuando la otra persona justamente es un periodista que, por su trabajo informativo, ha tenido que salir junto con su esposa e hijos, más de tres veces del país en condición de refugiado y protegido durante los últimos quince años, por el hostigamiento y persecución contra su vida, situación de la que hoy sigue siendo víctima a manos de un pseudocolega.

Periodistas como yo y millones de ciudadanos colombianos, estamos hartos del conflicto armado, del terror, del asesinato, de los genocidios, de la zaga de fuego, sangre y dolor que enluta al país desde hace más de 50 años y, por su puesto, de la persecución contra los periodistas independientes.

No queremos que la radio en Colombia, en este caso, del Grupo Prisa, sea utilizada para estigmatizar, perseguir, incentivar el odio, manipular a la población y exacerbar la violencia que llevamos tan marcada en la piel. Nos negamos a que nos pase lo que ocurrió en Ruanda (1994) o en la antigua Yugoslavia.

Lo que dijo en Caracol Radio su empleado Darío Arizmendi contra el periodista Hollman Morris, es temerario, peligroso. El odio, la injuria y el daño hechos, van más allá de la “mala leche”, como dicen en España.

No solo afecta de manera directa la vida de él y la de su familia, sino que pone en riesgo el derecho a la información y a la verdad de millones de ciudadanos, y deslegítima el oficio del periodismo.

Usted que ha sido maestro de miles de periodistas, impartido numerosas lecciones, presidente del prestigioso Premio Ortega y Gasset, debe recordar también la lección de uno grande del periodismo mundial, mi maestro Ryszard Kapuscisnki: "El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se estaba cocinando el conflicto".

Así lo dijo usted en su discurso en la entrega Premios Ortega y Gasset (2012), y en referencia a las decenas de periodistas asesinados en México, que el único delito que cometieron “fue testificar de una realidad oprobiosa”, “entre las amenazas cumplidas de los delincuentes y las presiones de los poderosos, lo que peligra a la postre es la libertad de expresión misma”.

¿Puede permanecer una persona como Darío Arizmendi Posada, empleado del Grupo Prisa, al frente de la responsabilidad de informar, de velar por la verdad, de ser garante y vocero de la sociedad, en contra de lo que Usted mismo ha pregonado y defendido toda su vida sobre los principios y la ética como periodista?

Cordialmente,
Gloria Ortega Pérez ,
Periodista colombiana